México llega a este compromiso con un rendimiento mixto, pero suficiente para posicionarse como favorito. En sus últimos cinco encuentros ha cosechado tres victorias, un empate y una derrota, lo que refleja una cierta estabilidad competitiva. Su partido más reciente, un empate 0-0 ante Costa Rica, dejó sensaciones divididas: por un lado, evidenció solidez defensiva frente a un adversario de jerarquía regional, pero también expuso limitaciones en la definición. A pesar de esos altibajos, el equipo mantiene una estructura firme y experiencia en este tipo de instancias, lo que lo convierte en un rival de cuidado.
Arabia Saudita ha tenido un desempeño irregular en sus recientes presentaciones, con dos victorias, un empate y dos derrotas que reflejan cierta inestabilidad en su rendimiento. En su último partido igualó 1-1 frente a Trinidad y Tobago, un equipo que, en teoría, tenía menor nivel futbolístico, lo que pone en evidencia dificultades para cerrar encuentros y mantener ventajas en momentos cruciales. Esta falta de contundencia puede ser un factor determinante en un duelo de eliminación directa, donde la presión y la capacidad para administrar resultados son vitales. Además, en torneos previos, los “Halcones Verdes” han mostrado ciertas limitaciones al enfrentar selecciones de mayor nivel, como México, lo que añade un desafío extra para avanzar en la competición.
